SUPREMACISMO CATALÁN
Soy independentista, soy catalán. Indiscutiblemente, soy superior a un español. Pago más, y merezco más: Soy supremacista.
Desde el resto de España, tildar de supremacista a un independentista catalán, se considera una censura a esa actitud.
Sin embargo, para un racista independentista, lejos de considerar “supremacista” como un insulto, se sonríe y como se sabe superior, no le incomoda. Muy al contrario, feliz está de su condición de auténtico catalán, tener un apellido “de la terra”, y/o haber nacido en esa parte del Mediterráneo de la península Ibérica.
Se “siente” solo catalán, ergo superior al resto del vulgo con el que, muy a su pesar, tiene que compartir nacionalidad, impuestos y Estado.
Y digo bien, “siente”, porque, al fin y al cabo, es de eso de lo que se trata, de sentimientos. Yo puedo sentir que soy Napoleón, y estaré en mi completo derecho de creer lo que quiera. Lo que no puedo pretender es que me den el mando del ejército francés. Pero ese es otro asunto. Sigamos.
Un buen supremacista, piensa estar hecho de un pedigrí especial. Simplemente es sabedor que es un ciudadano superior, de otra pasta; en definitiva, mejor y con más clase. Paga más impuestos que un cordobés, y eso es prueba inequívoca que está cerca de la divinidad. No es un mortal más.
Ya puede ser un guarda jurado de un parking que cobra 1000 euros al mes. Eso da igual. Es catalán ergo superior.
Un supremacista, tendrá siempre una actitud altiva, mirando con desdén al resto de españoles, cual amo mira a sus peones mientras recogen la aceituna.
Él, es el nuevo señorito. Pero no por una cuestión de bienes o patrimonio, como siempre fue el señorito andaluz; no, no. Sus razones son mucho más elevadas que el prosaico dinero: son la raza, la esencia, lo auténtico y la pertenencia a una tierra y cultura milenaria, que lo distinguen de la mediocridad y miseria de la nación a la que, a la fuerza, le quieren hacer pertenecer: España.
El supremacista, se siente cómodo y feliz de ostentar con orgullo esa singularidad que le hace especial al resto. Asume además un comportamiento tribal, agorilado y de manada, al identificar a otros supremacistas. Cuando se juntan, ese sentimiento de pertenencia a una misma causa, retroalimenta su convicción y la hace más fuerte.
Convicción, que reposa en la más absoluta y rotunda ignorancia. Es además una ignorancia inducida, tomando como argumento y razón de existencia, el más pueril victimismo, y la fabulación histórica, tal como vamos a demostrar a continuación:
Un supremacista catalán, piensa que el resto de españoles lo envidia, pues en el fondo, todo español querría tener la suerte de ser catalán, puesto que, como ya hemos visto, son individuos superiores.
Muy al contrario, quienes conocemos un poco la historia de España y su cultura, no solo nada tenemos que envidiar a esta nueva casta, sino, más bien, intentar desasnarlos y hacerles ver, la grandeza de ser español.
Para analizar el supremacismo, lo primero que debemos tener claro, es que, una cosa es Cataluña y otra muy distinta, lo que un supremacista dice que es Cataluña.
Los supremacistas tienen una irrefrenable tendencia a identificar Cataluña con lo que ellos decidan que lo es.
Han decidido/inventado su historia a conveniencia, interpretan resultados electorales a conveniencia también, realizan pseudo-plebiscitos donde, independientemente que pudieras votar las veces que quieras (esto está acreditado en sendos referendos ilegales), el resultado era, no solo extrapolable, si no, que daba carta de naturaleza para legitimar una DUI.
Un supremacista tomará como verdad, todo aquello que satisfaga su causa: porcentajes electorales, historia, Constitución y leyes.
Manoseará tanto la verdad y la realidad, que no solo convencerán a su parroquia, si no, que ellos mismos toman como ciertas, invenciones de lo más variopinta:
Colón, Cervantes o Maquiavelo, resulta que eran catalanes, el Ebro es un río catalán que nace en tierras extrañas, Cataluña fue reino y Aragón estaba sometida a las cortes catalanas, los catalanes jamás votaron la Constitución, etc. … en fin, son tantas las mentiras al respeto que no vamos a perder mucho más tiempo con esto. Dejamos enlace.
Un supremacista en su paroxismo mental, está convencido de su superioridad ante un ciudadano del resto de España.
Pues bien, yo afirmo que, pretender comparar el ideario catalán, solo presente en el imaginario de un independentista, con la historia, arte, cultura, valores y tradición del conjunto de España, es como comparar una motosierra con un cortaúñas.
Por su puesto que Cataluña tiene su cultura, sus héroes, su lengua y su idiosincrasia propia, dignos todos ellos del más profundo orgullo.
Pero es que resulta, que este patrimonio, pertenece a todos los catalanes, y es aquí donde la cabeza de un supremacista entra en colapso.
Su nivel cognitivo no llega como para entender este concepto: “todos los catalanes”. Y no llega, porque su concepción tribal de la realidad se lo impide. Todo lo que está más allá de la tribu, sencillamente o no existe o hay que combatirlo.
Para un supremacista, si no eres independentista, no puedes ser catalán. De ser así, entiende que es producto de algún tipo de mutación genética que impide pensar con claridad al mutante. Solo un independentista conoce la verdad y la quintaesencia de la superioridad catalana.
Los héroes que se han inventado los tocados por la divinidad (por su puesto Dios es catalán), nada tienen que ver con lo que nos cuenta la historia.
Es más, deberían ser los propios catalanes, los de “la ceba”, los que tiraran de las orejas a semejantes manipuladores, en pos de la verdad de lo que son y de donde vienen.
Héroes como LLuis Companys, con innumerables asesinatos a sus espaldas, o la defensa de Barcelona de 1714 ante el Borbón, plagada de falsedades, forman parte de ese endogámico akelarre independentista: dejamos pequeña explicación en foto.
Cataluña es algo muy diferente de lo que un supremacista afirma. Cataluña es plural, rica y culta, y no el icono monolítico que un supremacista crees que es:
Nación por supuesto muy superior en cultura, economía, bienestar social y en general, a todos los niveles que a la decrepitud que se desprende del resto de España, con un bagaje histórico, y europeísta, mucho mayor y de más trascendencia que España. Sencillamente, atesoran valores y educación que el resto de España está muy lejos de comprender.
Vamos a ver una elemental noción de historia:
Rafael Casanova:
1- Carlos II muere sin descendencia.
2- De dicha muerte se deriva una guerra de sucesión al trono.
3- En esa guerra hay dos bandos: Borbones con Felipe de Anjou y los Austracistas con el Archiduque Carlos.
4- Los partidarios de Felipe de Anjou son más numerosos. Al Archiduque Carlos terminan por defenderle muy pocas ciudades, como Aranjuez, apenas Tarragona y sobre todo Barcelona. ¡PERO NO CATALUÑA ENTERA!
5- Las tropas de Felipe V asedian y sitian Barcelona defendida por Rafael de Casanova hasta que se rinde.
6- Los partidarios del Archiduque Carlos no luchaban por la independencia de Cataluña, sino por esa opción dinástica EN TODA ESPAÑA.
Como seguro que hay quien todavía no lo ha entendido o no lo quiere creer por la cantidad de mentiras y nebulosa puesta sobre la historia por parte de los independentistas, lo explicaremos de otra forma:
William Wallace:
1- Alejandro III de Escocia muere en 1290 y el trono lo asume su hija de 3 años, pero la niña muere en las Islas Orcadas.
2- Como consecuencia de ese vacío de poder surgen dos clanes que aspiran al trono escocés: Los Bailleul y los Bruce, que serían los equivalentes de los Borbones y los Autracistas.
3- Inglaterra al ver esta debilidad, reclama el reino para sí y ataca Escocia.
4- William Wallace lucha contra los ingleses independientemente de quien herede, en pos de la grandeza y unidad del pueblo escocés frente a un enemigo común. Rafael de Casanova sin embargo, no era más que un cacique, pomposamente llamado Conseller en cap que luchaba por una opción dinástica.
ESO ES TODO!!!
Como vemos, William Wallace actuó como un patriota escocés, a pesar de que en su misma tierra se estaban matando entre los distintos clanes. Había dos opciones dinásticas, pero él lucho por el bien superior.
Sabiendo que esto sucedió así, después de la manipulación, adoctrinamiento y mentira institucionalizada que se practica en Cataluña, es lógico que veamos a críos de 10 años en TV3 gritando por la independencia ante la orgullosa mirada de un padre que disfruta en la ignorancia.
Una vez un catedrático de Ciencia Política me dijo: “la ideología es sentimiento” frase con la que desde entonces comulgo. Ahora bien, una cosa es sentimiento, y otra hacer de la mentira y la manipulación la ideología propia.
Fin del ejemplo.
Y esto, lo piensan, señores y señoras, de una nación como es España, de donde salieron personajes como:
Abderramán I, II y III en la España musulmana, CID Campeador, Jaime I, Alfonso VIII, Pedro II, Alfonso X, Almogávares, Reyes Católicos, Gonzalo Fernández de Córdoba, Conquista de América, Álvaro de Bazán, Juan de Urbieta, Hernán Cortés, los Tercios, Blas de Lezo, Ángel Sanz Briz, los últimos de Filipinas, etc… ¿De veras te crees superior a todo esto, provinciano con pretensiones?
Pocas naciones en el mundo, gozan del prestigio, historia y grandeza de España. Dirigió los destinos del mundo durante casi 2 siglos. Evangelizó a un continente, y expandió su cultura alrededor del mundo. Pero ¡ojo! esa grandeza, se debe también a que Cataluña forma parte fundamental de España.
Consecuentemente, que un supremacista se sienta superior a un ciudadano español, no solo es un atentado al sentido común, si no, una solemne gilipollez.
Cuando antes comentábamos que este supremacismo, además reposa en una ignorancia inducida, es por lo siguiente: