El amor y el sexo dentro de una moral católica.

 

Intentaremos abordar el tema con el mayor cuidado posible. Sabemos que hablar sobre el asunto supone un ejercicio metódico de exquisitez, talento y cuidado para no herir suspicacias.

Como esta web tiene la intención de compartir ideas, las aportaciones que hagáis se debatirán. Es más, quien les escribe es el primero en tener cierto desconcierto al respecto, tanto en cuando me gustaría estar más en comunión con la doctrina de la Iglesia.

Yo me declaro abiertamente católico, pero la concepción que muchos católicos tienen sobre el sexo, no siempre va de la mano de sus actos. Es evidente que es una cuestión susceptible en grado sumo de doble moral.

Podemos empezar a hablar del tema presentando una serie de cuestiones:

1- ¿Es fruto de leyes o comportamientos consuetudinarios asumidos por la Iglesia como institución?

2- ¿Porqué las principales religiones monoteístas tienen este asunto como tabú?

3- ¿porqué moralmente es la mujer a la que se somete más al juicio de la virtud?... vale, frente a esta última pregunta, supongo que un sacerdote me diría que a los ojos de la Iglesia, en cuestión de sexo se mide por el mismo rasero a hombre y mujer. Lo cual nos llevaría a la típica controversia kantiana del ser y el deber ser.

Por otra parte y redundando en lo mismo, una cosa es lo que oficialmente se dice o defiende, y por otra, lo que es asumido como valor propio dentro de una sociedad, y poco susceptible de cambio, ya que formaría parte de lo que según el sociólogo Karl Mannheim definiría como, ideología total.

Bueno, no soy teólogo y no quiero entrar mucho en ese jardín. Comentemos la situación actual. 

A pesar de que cada individuo vive la sexualidad según su moral, creencia o convicción, parece que fundamentalmente hay dos concepciones antagónicas al respecto:

1-      Por un lado, de sectores ajenos del todo a la iglesia, independientemente de su ideología, así como  ateos y agnósticos, la cual básicamente defienden que cada cual con su cuerpo haga lo que quiera, en una especie de “café para todos”, obviando cualquier tipo de connotación emocional y mucho menos espiritual. Al respecto suelen defender su postura apelando al respeto hacia la otra persona, y por supuesto, no sólo su consentimiento, sino, aquiescencia.

2-      Por otro lado, la posición de un católico, la cual, no es que invite a la ausencia absoluta de sexo hasta el matrimonio, sino que, propone encontrar el verdadero amor ensalzando valores que parece empiezan a perderse: respeto, vocación por formar una familia, absoluta complicidad con la pareja y en definitiva una entrega total al otro/a, sabiendo que encontrará reciprocidad, en una total confianza mutua y vivir de acuerdo a la moral católica.

Presentadas ambas posturas, vamos a comentarlas.

Según las creencias que se tengan, en principio puede haber argumentos para defender una u otra postura.

Apelar meramente al respeto al otro/a para justificar las relaciones sexuales, se antoja un argumento pueril. Y subrayo lo de pueril. Es constatable que es en la juventud cuando más se tiende a satisfacer instintos primarios, sin conceder mucho entusiasmo a la moral.

En cualquier caso, este comportamiento a edades tempranas, entiendo que tienen más que ver con la educación recibida, procesos de aprendizaje vital, comportamiento tribal propio de la edad y a que  la conciencia del individuo no está del todo formada, con lo cual no nos sirve de ejemplo como para hacer extrapolaciones sobre el tema.

Por muy alejado que se esté de los postulados de la Iglesia en esta cuestión, y por mucho que se quiera frivolizar sobre el tema, es bien sabido que cuando se tienen relaciones sexuales, es algo más allá que un intercambio o manifestación de afectos o deseos. Al fin y al cabo te estás entregando a la otra persona.

Precisamente porque es algo más, vamos a debatir la postura de un católico, obviando el sexo fuera de una moral católica, ya que no es nuestro tema.

Plantear la posición del catolicismo como ausencia total de sexo fuera del matrimonio, parece demasiado simplista. Esta sería seguramente la posición de quienes tienden a ver a la Iglesia como ejemplo de actitud casposa y retrograda.

Probablemente esta corriente de pensamiento ajena a la Iglesia se plantearía cuestiones tales como:

1-      ¿Y si una persona no se casa nunca?

2-      Si lo que la Iglesia predicara fuera solo el mantener la virginidad, ¿dónde empieza y dónde acaba lo que es pecado?

3-      Caso de no tener una postura tan inflexible como ausencia total de sexo hasta el matrimonio, ¿existe alguna tabla, guía, lista, etc, de qué practicas son censurables y cuáles no?

4-      En la medida que la concepción que la Iglesia tiene sobre el sexo no es la misma ahora que en el S.XVI con la inquisición o en el S.IV con Constantino ¿Qué comportamiento es acertado? ¿a lo mejor el de un futuro?

Ante esta postura, comentar que a mi entender, lo que se persigue es tan grande, esto es, formar una familia y compartir tu vida con tu pareja, que plantearse semejantes cuestiones, se antoje muy secundario. Considero que, sin necesidad de tener que guardar la castidad hasta el matrimonio, sí se debe tender a ello, así como la moderación, y lo más importante, la entrega total y el amor.

Es muy humano el sentirse atraído por una pareja atractiva, pero como decía George Bulwer-Lytton "Sin un rostro hermoso es una carta de recomendación, un buen corazón es una letra de cambio"

De ahí que entienda que, en cuestiones de sexo y pareja, no nos quedemos sólo con la primera impresión y apoyándonos en valores inalienables, consigamos ser felices al lado de la persona amada, y no como el resultado de prueba y error con cualquiera que muestre interés en nosotros o viceversa.

Además, en definitiva se trata de que nuestras acciones sean agradables al Señor, y si éstas lo son al lado de la persona amada, en fin, la felicidad se reflejará en tu cara.

Sin embargo, he de reconocer que como católico, hay dos cuestiones que no termino de entender el porqué de la supuesta posición oficial de la Iglesia, por lo que os invito a que hagáis aportaciones al respecto. Esto es:

 1-      El uso del preservativo

 2-      La homosexualidad

 Para quien os escribe, en lo que al preservativo concierne, me parece que ni si quiera es cuestionable. Pero veamos qué tenéis que decir del tema.

Con la homosexualidad, reconozco que me cuesta entender porqué desde el pensamiento cristiano, se muestra tan enfrentado. Que llamen matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo, yo soy el primero que está en contra. Pero ojo, no de su unión, sino de que se otorgue un sustantivo que no le corresponde.

La especie humana no se va a extinguir, y son hijos de Dios también.

De la homosexualidad en sí, como no la entiendo, no voy a hablar sobre ello. Si alguien quisiera y supiera, no hay condicionamientos en esta web para que algo salga publicado, salvo el respeto, la educación y las buenas formas.

Para finalizar, y a la espera de vuestras aportaciones, una última consideración:

Teniendo unos principios éticos, morales y cristianos, el sexo no tiene porqué ser necesariamente identificado con la promiscuidad. Equipararlos por parte del ámbito católico, en mi modestísima opinión, es un error y puede generar rechazo e incomprensión en gran parte de la sociedad.

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